Origen del cine western: el clásico americano por excelencia

Si tienes la suerte de estar ya de vacaciones o de disfrutarlas en breve, llegó el momento de dedicar tu tiempo libre a lo que más te gusta. Y si el cine western forma parte de tus aficiones, seguro que disfrutarás en más de una ocasión de alguna joya de este género cinematográfico que sigue cabalgando por las llanuras del séptimo arte. 

En Corbeto’s  queremos dedicar este artículo al origen del cine western, el clásico americano por excelencia que recupera la época en la que la civilización se expandió en EE.UU, conquistando territorios vírgenes. ¿No te has preguntado nunca cómo empezó este género cinematográfico, tan influyente en la cultura norteamericana y con tantos adeptos en todo el mundo?

La trama de las películas western tiene lugar en los estados del Oeste norteamericano desde el comienzo de la Guerra Civil en 1860 hasta el final de las Guerras Indias,  en 1890. Algunas de las películas de este género tratan de la Guerra Civil, directamente vinculada con el este del Río Mississippi, y otras se desarrollan en la zona fronteriza de México.

Desde hace más de medio siglo, las películas western han fascinado al público hasta el punto de dar origen a la música country, inspirada en el escenario de praderas infinitas, duelos al sol, e historias humanas de todo tipo. Pero comencemos por el principio, como si de una película se tratase.

 

Todo empezó con un gran asalto a un tren….

En 1879,  el periodista A. H. Wood  escribió «El gran asalto al tren», obra teatral inspirada en los hechos que tuvieron lugar en un expreso de la línea Texas-Pacific, cuando  la banda de Sam Bass hizo un asalto un par de años antes.  Aunque el estreno no tuvo demasiado éxito, entre el público se encontraba Thomas Alva Edison, el gran inventor creador, entre otras cosas, de la primera cámara de cine y el  primer aparato que permitía ver imágenes en movimiento: el quinetoscopio.

A Edison le impactó tanto la obra teatral que  20 años después encargó la adaptación de uno de sus propios manuscritos teatrales a una película. Y finalmente,  en 1903 se estrenó con gran expectación el  “El gran asalto al tren”,  la primera película del Oeste de la historia,  dirigida por Edwin S. Porter y proyectada en el teatro Nickel Odeon. Duró aproximadamente 10 minutos y estaba compuesta por 14 escenas rodadas en varias localizaciones de Nueva Jersey, en el estudio de Thomas Edison en Nueva York, y a lo largo de la vía del tren de Lackawanna.

El éxito del evento fue total, ya que en aquella época,  los tiroteos, las emboscadas,  los asaltos a las diligencias y a los trenes, atrapaban poderosamente la atención popular. Por eso los espectadores quedaron fascinados con la proyección, naciendo de este modo un nuevo prototipo de género cinematográfico que perdura en nuestros días. 

Porque el espíritu de las películas western es eterno: el ansia de justicia llevada al extremo, la camaradería, la amistad, el sentido del honor, la traición,   las ansias de venganza, la codicia, la lucha a muerte… ¿Acaso no son reflejo de las facetas más viscerales del temperamento humano? Tal vez por eso el western es atemporal, y siempre lo será.

 

La figura típica del vaquero: todo un arquetipo

Imagina un paisaje agreste, sin límites, con un cielo azul infinito y un sol tan poderoso que te obliga a entrecerrar los ojos. Sin embargo, él parece imperturbable: con su sombrero polvoriento pero bien ceñido, la bandana al cuello, las poderosas botas, el inevitable revólver y la postura erguida sobre su caballo, fiel compañero. Es el vaquero por excelencia, el protagonista de todos los escenarios posibles que se ambientan en el Lejano Oeste. 

Paisajes desérticos, ranchos aislados, pueblos típicos con la célebre cantina y sus juegos de cartas, música y diversión. Tampoco falta el  almacén local, la celda del alguacil, un banco que será atracado,  y numerosas peleas, duelos y  tiroteos que darán trabajo a otro personaje inevitable: el enterrador. 

El western escenifica un modelo de sociedad basado en los códigos de honor, más que en el cumplimento de la ley, con las figuras arquetípicas de los vaqueros y pistoleros como protagonistas absolutos. A partir del estreno en 1903 del film “Asalto y Robo al Tren”, cuando el cine todavía era mudo, se abrió la veda a la producción de innumerables películas western que fueron evolucionando a la par que lo hacía el cine.

Los cimientos del género western cada vez eran más firmes, hasta que alcanzó su máximo esplendor en la época del cine sonoro, cuando el formato del western se amplió, integrando a veces géneros como la comedia o el musical.

En la época de oro del western destacan títulos legendarios como la trilogía Río Rojo (Red River, 1948), Río Bravo (1959) y El Dorado (1966). Otros clásicos imprescindibles son:  “Y Murieron con las Botas Puestas”, de Raoul Walsh,  “Pasión de los fuertes” (My Darling Clementine, 1946), de John Ford,  “Duelo al Sol” (Duel at the Sun),  de David O. Selznick, y Centauros del Desierto / Más Corazón que Odio (The Searchers, 1956), dirigida por King Vidor.

Uno de los actores más carismáticos que encarnaba a la perfección al héroe vaquero de la época era  John Wayne: un auténtico mito.  Con  “El Hombre Tranquilo” (The Quiet Man, 1952), una obra maestra dirigida por John Ford, el western alcanzó el mayor esplendor de su historia, sirviendo de modelo para no pocas producciones posteriores.

Es imposible mencionarlas todas ahora, porque son tan numerosas que bien merecen futuros artículos para conocerlas con la profundidad que merecen. Pero si te gusta de verdad este género cinematográfico, te recomendamos que descubras algunas de las “joyas” que hemos mencionado, porque forman sus cimientos y son grandes clásicos de la historia del cine. 

Ahora ya conoces el origen de las películas western: el género más representativo de la historia norteamericana que tanto ha influido en la música, literatura e incluso en la moda que te ofrecemos en Corbeto’s. Si estás de vacaciones, es la ocasión perfecta para descubrirlo.